La salvación es recibida a través del arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor Jesucristo. Por el lavado de regeneración y la renovación del Espíritu Santo,
siendo justificado por gracia mediante la fe, el hombre viene a ser heredero de Dios, de acuerdo a la esperanza de la vida eterna
(Lucas 24:47; Juan 3:3; Romanos 10:13-15; Efesios 2:8; Tito 2:11; 3:5-7)